Fútbol, esa metáfora

es una conversación conmigo mismo, un soliloquio de recuerdos, imágenes idas y encuentros y desencuentros que surgen de la posibilidad que tenemos los hombres de jugar, de acuerdo con el trazado que hace Huizinga en Homo Ludens. Espero que jueguen, ganen y que lean. Un homenaje a las recochitas entre amigos.”

Recuerdo con nostalgia las palabras de mi mamá cuando nos veía a todos, los 10 hermanos, sus 10 hijos, en pleno duelo futbolístico separados en dos equipos de a cinco. Iván y Martha, los mayores, escogían al pico y monto a sus equipos. Iván siempre quería jugar con Javier, era el mejor, el 10 de los griegos. Martha escogía a Luis, el defensa-muro. A los demás nos escogían por estar ahí, no había más remedio. Gloria era portera y lo hacía bien. Olga y Ana no sabían nada de eso, pero se paraban y corrían sin rumbo fijo, pero participaban, gritaban y salían y entraban como se sale y entra en una rumba o en un bingo bailable. Luchi, Luchi, jugaba, pero no sabía qué era eso de hacer goles ni entendía por qué había que meteré goles y tampoco se interesaba mucho por aprender".