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El estrés infantil es un diagnóstico que avanza sin precedentes ahora mucho más que antes, dadas las consecuencias de la pandemia, ya que los infantes han sufrido fuertes cambios con la interacción de su entorno; pese a que es una enfermedad subestimada puede tener efectos secundarios en el desarrollo cognitivo, social e, incluso, a largo plazo.
“Desde hace unas semanas el mundo entero solo habla de Coronavirus, en los medios, en las calles, en las familias; incluso, esto ha traído suspensión de clases en muchos países del mundo y la recomendación ha sido quedarse el mayor tiempo posible en casa, tema que puede ser complejo para los niños en su etapa de desarrollo, por eso, si es posible, jueguen, lean o cocinen juntos. Evita que los niños y niñas se expongan mucho tiempo a noticias sobre la situación, aunque el tratamiento sea adecuado”, recomendó la Unicef.
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El estrés en la infancia se manifiesta con una serie de reacciones que son causadas por situaciones que se salen de control en los niños y niñas, alterando su equilibrio emocional. Comúnmente su comportamiento se torna o muy agresivo o en pasividad extrema: “es importante indagar acerca de qué situaciones puede estar viviendo en sus entornos principales, para intervenir de forma asertiva un fenómeno que, en muchas ocasiones, lleva a que el niño o la niña reciba una sanción o rótulo, a través del cual, tristemente, puede narrarse de ahí en adelante”, manifestó Norvey Sánchez, psicólogo del Colegio de la UPB Marinilla.
La infancia es una etapa en la que los seres humanos sufren una serie de cambios y adaptaciones constantes. Ellos deben enfrentarse a situaciones nuevas casi a diario, lo cual, de no hacerse de una manera paulatina puede causar en ellos sensaciones de angustia, estrés y en su peor versión, cuadros de ansiedad y depresión. Es normal que los menores se enfrenten a estas sensaciones de forma ligera pero cuando él o ella no se siente capaz de controlarlos, es cuando pueden resultar dañinos para su salud a corto y largo plazo.
Validar sus emociones, dialogar y estar pendientes de sus cambios de conductas son acciones que ayudan a proteger la salud psíquica del menor, además de guiarlos para cultivar hábitos sanos y crear espacios de interacción, creatividad y sosiego dentro del hogar, procurando que pueda cuidarse de la Covid-19 en casa, pero que este lugar también sea un espacio para cuidar su salud mental.
El estrés de los niños puede ser fácil de detectar en el hogar porque, según Jairo Alonso Rendón Cifuentes, padre de familia del grado tercero: “casi siempre está relacionado con la ansiedad. Los cambios de actitud requieren de mayor atención, buscan llamar la atención e incluso ellos mismos proponen actividades diferentes a su cotidianidad. Se puede proponer la lectura, películas para ver en familia, una caminata corta y demostrarles nuestro acompañamiento permanente”.
Sí observa cambios de comportamiento inadecuados y permanentes en los niños, niñas y adolescentes, recuerde que el Colegio de la UPB, en su compromiso por el bienestar de la primera infancia, cuenta con un equipo interdisciplinario, dispuesto a atender sus inquietudes, velando por que la infancia bolivariana conserve un entorno protector dentro y fuera del aula.
Agencia de Noticias del Colegio de la UPB