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Agencia de noticias - Colegio de la UPB. En los pasillos del Colegio de la UPB la música se convierte en un lenguaje que une y que permite decir lo que a veces las palabras no logran expresar. Allí, algunos estudiantes han encontrado en la voz y en los instrumentos una manera de compartir con la comunidad educativa lo que sienten y lo que sueñan.
En estos espacios se escucha el acordeón de Isabella Pérez, que evoca ritmos cargados de memoria y cercanía. Su interpretación se mezcla con la voz de Matías Gaviria, quien ha hecho del canto un medio para darle vida a cada melodía. A su lado, Emilio Restrepo que encuentra en el piano un espacio para crear y soñar, mostrando cómo la música se convierte en un trabajo colectivo y especial.
Isabella recuerda con cariño la canción Relicario de besos, una de sus melodías favoritas, porque le transmite mucha energía y desde que la aprendió a tocar ha creado con ella recuerdos especiales. Aunque reconoce que lo más difícil de presentarse es controlar los nervios y mantener la disciplina en la práctica. También asegura que lo más bonito es sentir la emoción de que todo salió bien y poder compartirlo con los demás. Por eso, sueña con seguir aprendiendo, tocar mejor y, en un futuro, enseñar a otros lo que sabe.
A quienes aún sienten miedo de mostrar su talento Isabella les dice: “que se animen a cumplir sus sueños, que no tengan miedo de mostrar lo que saben, porque su talento es muy valioso y hará la diferencia”.
Recuerdo con mucho cariño mi primera presentación en la Inauguración de los Juegos Interclases, cuando me invadieron los nervios y estuve asustado, lo primero que recibí de mis compañeros y de Rodrigo Bolívar, nuestro director, fueron mensajes de apoyo de sus compañeros que me motivaron a seguir adelante con la presentación y con mi pasión”, dijo Emilio.
En cada ensayo y presentación estos chicos cruzan historias distintas que terminan encontrándose en la misma melodía. Lo que para unos comenzó como un pasatiempo y para otros como un sueño de infancia, hoy se convierte en un punto de encuentro donde la disciplina y la pasión le dan forma a la música.
“Una experiencia que siempre cuento es que en ocasiones he olvidado la letra en medio de un show y, con toda la tranquilidad, he improvisado inventándome esa parte de la canción, siento que me ha permitido disfrutar aún más el escenario junto a mis compañeros”, comenta.
El Grupo Ensamble se ha convertido en un espacio donde los estudiantes no solo muestran su talento, sino que también se acompañan y motivan entre sí. Emilio asegura que compartir su música significa poder alegrar a quienes lo escuchan, Matías cuenta que ha ayudado a varios compañeros a perder el miedo de cantar y que siempre anima a quienes aún no se atreven a mostrar lo que saben hacer. Emilio aconseja a quienes guardan un talento oculto que no teman y que se den la oportunidad de intentarlo, porque en ese proceso también se descubren nuevas facetas de sí mismos.
Para él, ver cómo la música se convierte en un lenguaje propio de los estudiantes es la confirmación de un proceso que no solo fortalece el ámbito artístico, sino también el carácter y los proyectos de vida.
En cada ensayo y presentación, la música en el Colegio de la UPB se convierte en un espacio para compartir, aprender y crecer en comunidad. Los talentos de los estudiantes encuentran allí un lugar para hacerse visibles y mostrar que el arte, cuando se cultiva colectivamente, abre caminos de expresión y encuentro.
Por: María Camila Serna Cardona - Agencia de Noticias del Colegio de la UPB