Desde 1901 la Academia Sueca empezó a otorgar el Premio Nobel de Literatura a escritores que sobresalen por sus contribuciones en el campo de la creación literaria. Japón, el país del sol naciente y el segundo país más poblado de Asia Oriental, entra en esta lista de países con escritores premiados, ya que dos de sus más importantes autores tienen la fortuna de estar entre los 117 que lleva hasta ahora la historia el Premio. Ellos son: Yasunari Kawabata (1968) y Kenzaburō Ōe (1994).
Tuvieron que pasar 67 años, para que un japonés recibiera el Premio Nobel de Literatura por primera vez; Kawabata, quien fue el primer galardonado, lo ganó en 1968.
Yasunari Kawabata nació en Osaka –una de las ciudades más grandes de Japón– fue escritor, novelista, guionista y actor de cine. Orgulloso de su literatura nativa, estudió lenguas inglesas y se cambió luego a lenguas japonesas, así mismo, estuvo Interesado en el haiku y el canon cultural japonés.
Al entregarle el Premio Nobel mencionaron: “por su maestría narrativa, que expresa con gran sensibilidad la esencia de la mente japonesa". Y es que Kawabata pone en el centro de su narrativa la tradición estética y cultural de Japón, mezclando aspectos contemporáneos con la tradición de su país. Al obtener el Nobel, comenzaron a traducirse sus textos, lo que permitió a occidente conocer la calidad de su narrativa.
La soledad en la que el escritor pasó su infancia, tras la muerte de sus seres queridos, marcó profundamente su personalidad; huérfano a los tres años, insomne perpetuo, lector voraz. Su debut como escritor lo realizó en 1927 con la obra Bailarina de Izu, relato lleno de imágenes líricas. Kawabata es de los mejores representantes de la literatura contemporánea nipona y sus novelas han sido capaces de ejercer una gran influencia en varias generaciones de escritores.
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El 16 de abril de 1972 enfermó y, deprimido, dolido por la muerte de su discípulo Yukio Mishima, murió cuatro años después de recibir el nobel; existe la teoría de que fue suicidio, y al no haber antecedente de esto en su literatura, se ha especulado también que fue debido a su precario estado de salud.
Mil grullas, más que una novela es una historia rica en diálogos; un tanto psicológica y, se podría decir, costumbrista. Un gran elemento en esta obra es la ceremonia del té, ritual ancestral de la cultura oriental y escenario en el que se desarrolla la trama de los personajes.
La historia gira en torno a las relaciones de tres mujeres que hicieron parte de la vida del padre del joven protagonista, quien hereda las obsesiones amorosas de su progenitor. Los recuerdos que hacen parte de la narración permiten que se mezclen el presente y el pasado, y se evoque un Japón tradicional “que se ha ido”.
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Para entender la novela es preciso contextualizarse con algunos elementos de la obra, los cuales son parte de la estética y la tradición cultural japonesa, tales como:
Mil grullas es pues una pequeña ventana por la cual el lector puede entrar al Japón milenario. Kawabata captura en pocas páginas una cultura como la nipona, donde se combina lo antiguo con lo contemporáneo.
Para entender a Kawabata y sus obras es necesario leerlo con todos los sentidos y comprender que, por lo menos en Mil grullas, el autor le permite a quien lo lee tener la última palabra en el desarrollo del relato.
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