El fiscal Rosado y los dedos de Júpiter

Disponible en:Medellín

Los criminales suelen creer que ese viejo promontorio, el Tiempo, ocultará definitivamente sus delitos a los ojos de la justicia. Raulito Medina, un narcotraficante en uso de buen retiro y, aparentemente, sin deudas pendientes con la ley, jamás hubiera imaginado el pasado como un monstruo sigiloso y paciente, que suele dar alcance a los humanos y salirles al paso en algún recodo del camino de la existencia.

Un fragmento: 

El Club


—¡HORROR! ¡FALANGES! ¿FALANGES en una caja fuerte? Pero, ¿qué mente desequilibrada y malvada tiene una colección de huesos de dedos humanos? ¿Qué gana con ello? —de rodillas, sin dejar de mirar el interior de la caja de seguridad, Óscar Rosado habló después de unos minutos de asombrado silencio—. Una mente perversa —se respondió—. Una mente desequilibrada y malévola. Se me antoja que detrás de todo esto hay una historia truculenta y no podemos dejar de investigarla.
El fiscal Rosado, director de la Unidad de Investigaciones Criminalísticas número 13, se olvidó por un momento dónde y con quiénes estaba. Cuando un enigma o acertijo se ponía delante suyo, y más, si este tenía evidentes signos de atrocidad, ninguna otra cosa existía o poseía importancia para él. Por eso, vestido como estaba, con camiseta de polo color zapote, bermudas de un verde musgo, coronado con gorra negra de beisbolista adornada en su parte frontal con los dibujos bordados de una lupa empuñada por una mano y enfocando tres huellas de pisadas —el símbolo de un congreso de
detectives al que había asistido, en México D.F., hacía un par de años— y descalzo, tomó un caso nuevo y con evidentes tintes de singularidad.

Supo desde el primer momento —tanto si se considera el primer momento este reciente cuando consiguió abrir la caja, como otro del día anterior cuando se percató de su existencia y le intrigó sobre todo el lugar que ocupaba: la cocina de una cabaña de hospedaje— que no se trataría de un tema para la Unidad, es decir, no sería un asunto oficial de la Fiscalía, sino uno apropiado para el Club de Investigadores Voluntarios del que hacía parte, conformado por apasionados de la criminalística, quienes dedicaban su tiempo libre a resolver casos viejos y archivados sin cerrar.

 

 
El fiscal Rosado y los dedos de Júpiter

 

John Saldarriaga

Escritor y periodista, ha ejercido el periodismo en El Mundo, El Colombiano y de manera independiente como columnista de Gente y ADN. Recibió los premios CIPA (2005); SIP (2006); Fasecolda (colectivo) (2018). Ha sido finalista en otros de cuento y poesía.Es autor de Al filo de la realidad; El alma de las cosas; Las fábulas de Alí Pato; Crónicas de humo; El Arca de Noé; Vida y milagros; Gema, la nieve y el batracio; El fiscal Rosado; El fiscal Rosado y la extraña muerte del actor dramático, y Los muertos que nadie llora.

 

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