Según lo explicó María Victoria Toro, líder de estudios atmosféricos del GIA, el plan da cuenta de un trabajo de 16 años en los que se han buscado soluciones a las problemáticas ambientales del aire que enfrenta el Valle de Aburrá: “El año pasado activamos el plan de episodios porque vimos en la red de monitoreo que hay dos épocas del año donde son más recurrentes las situaciones de alta contaminación en el aire”.
Aunque el plan no se ha lanzado oficialmente, se ha escuchado en los últimos días que el Área Metropolitana lo está presentando a diferentes actores como la sociedad civil e industriales. Para María Victoria es muy importante que las personas y los sectores productivos conozcan la estrategia, ya que el compromiso es el factor clave para que sea un éxito: “Desde el GIA hemos adelantado jornadas de capacitación. Es muy importante generar conciencia frente al hecho para que no se repita la situación que vivimos en el mes de marzo con el aumento de las partículas PM10”.
Tanto el GIA como el ente están trabajando para fijar una meta al mes de diciembre, pues se deben fijar los puntos del plan con industriales y el sector comercial. Aunque, como lo comentó María Victoria, es el tráfico rodado el principal contaminante en la ciudad región: “Representan el 60% de emisiones contaminantes. Realmente la solución está en los ciudadanos de a pie. Es importante dejar de usar el carro en ciertos días y montar en bus o en el sistema de transporte masivo de la ciudad”.
Con este plan se espera que Medellín alcance unos niveles aceptables en la calidad del aire, porque los registros actuales muestran que el valle aún se encuentra entre los más perjudiciales: “Estamos en este momento en alerta naranja, lo que representa un riesgo muy significativo para niños, mujeres en embarazo y personas de la tercera edad”, aclaró María Victoria.
Sin embargo, para la investigadora, la ciudad no está tan mal en términos de medición y de acciones de mejora, dado que en otras localidades del país han ocurrido peores episodios en los que nadie se ha dado cuenta: “Hace poco en Bucaramanga se presentaron unos niveles muy altos y todo el mundo pensó que era el fenómeno de vapor de agua denominado Calima”.
Cabe destacar que gracias a la presencia investigativa y académica de la UPB en la capital de Santander, hoy los bumangueses son más conscientes del aire que respiran.
Hasta ahora, quienes habitan el Valle de Aburrá seguirán viendo medidas para reducir los emisores de partículas contaminantes. El reciente Pico y Placa Ambiental, la reducción de incentivos a compras de vehículos, y la coordinación de todos los sistemas de transporte, serán y son parte de algunas acciones para reducir el riesgo en el aire que respiran más de 3 millones de personas.
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