Un clic y un sorbo con sello UPB

Disponible en:Medellín10 oct. 2016

La semana pasada se realizaron las Jornadas Técnicas de Ingeniería en varios auditorios del campus de la Universidad Pontificia Bolivariana. En el primer día se dio el espacio para que los dos estudiantes de Ingeniería Mecánica ganadores del concurso Capital Semilla de la Alcaldía de Medellín, liderado por la Secretaria de Desarrollo Económico y en alianza con Creame Incubadora de Empresas, pudieran compartir con sus compañeros sus ideas de negocios y sobre la experiencia de emprender.

Una idea que nació del corazón

Un mouse ergonómico personalizado para personas que poseen la patología de artritis reumatoide desarrollada en manos y muñecas, la cual les impide manejar este dispositivo convencional de manera cómoda y sin dolor, es la idea de negocio que Catalina Vera, estudiante y próxima a graduarse de Ingeniería Mecánica de la Universidad Pontificia Bolivariana, desarrolló.

Esta idea empezó como el trabajo final de una de las materias optativas de último semestre de Ingeniería Mecánica llamada Biomecánica y el plan era que se iba a quedar en eso, una simple entrega para una materia. “Cuando empecé la materia le dije a la profesora que yo me comprometía con la parte superficial pero que yo no le iba a entregar un mouse funcionando, solo iba a estudiar la enfermedad y mirar cuáles eran los puntos que tenía que atacar. Cuando se acabó el semestre le entregué el modelo en plastilina y ya con eso gané la materia”, expresa Catalina.

Sin embargo, fue la misma profesora quien le aconsejó no dejar el proyecto, ya que era una idea muy innovadora y la artritis es una enfermedad que afecta a muchas personas. Pero fue precisamente la persona que había inspirado el dispositivo quien alentó a Catalina para que siguiera trabajando en la idea. “Mi mamá es mi mayor motivación para este proyecto, ella sufre de artritis y yo he sido testigo de cómo ha ido perdiendo su independencia por culpa de la enfermedad, porque agarrar o hacer fuerza es muy complicado y le genera mucho dolor”, dice Catalina.

Catalina entonces se propuso no dejar la idea botada y empezó a buscar fondos y personas que la ayudaran para continuarla. Una amiga de la Universidad le mencionó el concurso Capital Semilla; y después de leer mucho del asunto, porque Catalina no lo conocía, se inscribió faltando dos días para el cierre y después de casi un mes y medio que dura, ganó con ELA 03, el mouse.

No obstante, el proceso no ha sido fácil. Catalina es ingeniería mecánica y lo que le enseñaron en la carrera sobre negocios fue muy general, así que emprender este proyecto ha sido todo un reto, ya que le ha tocado aprender rápidamente sobre la marca, los públicos, el nombre, la parte legal, entre otras cosas que son necesarias para empezar un negocio.

“El cuento de emprender en realidad es muy difícil, yo trabajo sola, es un proyecto mío, así que no tengo ningún socio a quien pueda delegar tareas entonces yo resuelvo todo, así que la parte del tiempo ha sido un reto muy grande, porque yo trabajo en una empresa entonces es lo que pueda hacer después de las cinco de la tarde”, afirma Catalina.

Catalina resalta también el trabajo que se ha llevado a cabo en Medellín para apoyar a los jóvenes emprendedores y que se deben aprovechar las oportunidades que lugares como Ruta N y Creame dan. Para ella, el paradigma que emprender o montar empresa significa quebrarse el primer año, depende de uno.

“He aprendido que definidamente este tipo de cosas lo desafían a uno como persona, porque uno todo el tiempo es estresado y corriendo, pero al mismo tiempo cuando voy avanzando pasitos es una satisfacción personal inmensa. Uno empieza a conocerse mucho, porque yo digo que en épocas anteriores no hubiese aguantado tanto, ni hubiese tenido tanta paciencia ni tanta perseverancia. Sacar a adelante un proyecto como estos mejora mucho la forma en como uno ve las cosas y más con un proyecto que impacta socialmente y de forma positiva. Uno muchas veces quiere desfallecer pero uno vuelve y piensa por qué lo está haciendo y saca fuerza y sigue sacando plata y tiempo para continuar”, expresa Catalina.

El ELA 03 está en proceso de validación para poder patentarlo y el nombre de empresa sigue siendo un misterio para Catalina, quien quiere además desarrollar otros dispositivos de uso diario como cepillos, hilo dental y planchas.

“Haber ganado ese concurso es una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida, porque yo pienso que el premio no es tanto la plata son las asesorías que uno recibe, las capacitaciones, las charlas, la gente que uno conoce, uno queda con un montón de contactos que me pueden ayudar en el futuro”, expresa Catalina.

 

 
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Una idea que contribuye al medio ambiente

La campaña anti pitillo liderada por la Corporación Fenalco Solidario Colombia ha generado mucho impacto en los restaurantes del país desde el año pasado. Se han vinculado 200 restaurantes y ha tenido una aceptación de 4 mil personas. La tendencia de no utilizar un instrumento que se demora un minuto en fabricarlo, 20 minutos en usarlo y mil años en descomponerse afectando el entorno natural, ha venido generando conciencia en las personas para uno usar este instrumento.

Y fue gracias a esta campaña que a Jesús Camilo Osorio, estudiante de noveno semestre de Ingeniería Mecánica, se le ocurrió de la idea de Ecopit un proyecto de negocio enfocado a la producción y comercialización de pitillos ecológicos fabricados en guadua.

Ecopi surge de la necesidad de generar conciencia ambiental y de disminuir la mancha de contaminación por pitillos plásticos que hoy alcanza 22.195 𝐾𝑚2 en el océano Pacifico, afectando a 276 especies marinas y a la población mundial. Jesús identificó que esta contaminación se debe a los 45 mil pitillos plásticos que desecha un restaurante al año.

El material con el que está hecho el pitillo es biodegradable, se desintegra, de acuerdo con las condiciones de humedad, en 5 o 6 meses. Es un pitillo artesanal, solo puede ser usado como pitillo una sola vez pero si el cliente lo quiere puede llevárselo a la casa para ser usado como decoración.

“El CDE (Centro de Desarrollo Empresarial) me envió un correo con la información sobre Capital Semilla y apliqué a la convocatoria. Cuando inicié solo tenía identificado el problema, no tenía ningún tipo de producto, a medida que el concurso fue avanzado el producto se fue desarrollando hasta llegar a un producto mínimo viable”, dice Jesús.

El reto más importante que ha tenido que superar Jesús en este proceso ha sido el miedo. “El mundo tiene muchas ideas pero también tiene muchos problemas pero todos los problemas tienen soluciones. Muchas personas no ponen a ejecutar sus ideas por el miedo al rechazo, el miedo de que eso si va a funcionar sin embargo, la única forma de vencer el miedo es actuando”, expresa muy seguro Jesús.

Y es que participar en un concurso como Capital Semilla donde se presentan miles de jóvenes emprendedores y solo quedan 100 genera mucho miedo en los participantes, ya que pasar los cinco filitos que tiene el concurso es complicado, hay noches en las que Jesús no dormía absolutamente nada.

“He aprendido que el tema del emprendimiento, a pesar de que es un tema que no es fácil, es un tema que se puede llevar a cabo. Un emprendedor es una persona que se tira a un abismo y en camino construye un avión. Yo empecé con una idea, no tenía absolutamente nada y en el camino construí un avión que hasta el momento aquí vamos, ya tenemos un producto y es una idea escalable que puede llegar a ser una gran empresa”, afirma Jesús.
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