Agencia de Noticias UPB - Medellín. César Jaramillo, egresado UPB, es el director de Project Ploughshares, una de las instituciones que participa activamente en la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares, ICAN, la cual fue galardonada con el Premio Nobel de Paz 2017, que se entregará en Oslo el próximo 10 de diciembre.
A César Mauricio le gustaba mucho escribir y por eso, en 1997, decidió estudiar Comunicación Social – Periodismo en la Universidad Pontificia Bolivariana, una universidad de la que guarda los mejores recuerdos.
Recuerda mucho a sus profesores, especialmente a Guillermo Echeverri, uno de sus primeros maestros de redacción y quien le inculcó el gusto por escribir bien; los momentos en el “TAC”, antiguo bloque de Teología, Administración y Comunicación; los proyectos de la carrera y a compañeros como John Jairo Rojas y Juan Miguel Villegas, con quienes todavía tiene contacto permanente.
Dice que no ejerce el periodismo, sin embargo, con regularidad escribe columnas de opinión para diferentes medios y se ha convertido en uno de los abanderados de campañas tan importantes como la recientemente laureada.
Se fue del país y se enfocó en temas de paz, seguridad y desarme internacional, incluso, hizo una maestría en Gobernanza Global. Se radicó en Canadá, donde dirige el Project Ploughshares, una división del Consejo Canadiense de Iglesias que trabaja con iglesias, gobiernos y la sociedad civil, para avanzar en políticas y acciones para prevenir la guerra, la violencia armada y construir la paz. Y lo han logrado, muestra de ello es la participación activa en la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares, ICAN, Nobel de Paz de este año.
César Jaramillo: Sobre las armas nucleares, aunque todo el mundo sabe que son malas, todavía falta un poco de conciencia sobre lo catastrófico que sería su uso y con esa base, en 2007 inició esta Campaña que tomó como bandera impulsar un proceso diplomático multilateral para establecer un tratado de prohibición de este tipo de armas, que siendo las más peligrosas de todas, aún no tenían una prohibición explícita bajo el Derecho Internacional.
C.J.: He tenido la buena fortuna de seguir este proceso muy de cerca. En los últimos años, literalmente, hemos estado por todo el mundo exponiendo las virtudes de este Tratado, la amenaza que representan las armas nucleares, el sufrimiento humano que causarían; hemos estado en América Latina, en Asia, en Europa, en conferencias multilaterales de las Naciones Unidas en varios países, siempre impulsando esta causa.
C.J.: Se trató de un proceso muy difícil, y sigue siéndolo, porque ha habido mucha resistencia de los países poseedores de armas nucleares. Parte de la virtud de ICAN es que logró involucrar y hacer que se interese gente de todas las edades y de todo el mundo, que se den cuenta que los estados, no tienen todo el poder y que, si la sociedad civil se organiza y coordina su estrategia, puede cambiar las dinámicas de los debates mundiales.
En todo este proceso fue muy importante poner a las víctimas como eje fundamental, como razón de ser para la prohibición misma. Dado que las bombas se usaron hace 72 años en Hiroshima y Nagasaki, las víctimas que quedan vivas son octogenarias y sus voces han sido muy importantes para impulsar a los estados a negociar este Tratado.
Un punto de quiebre muy grande fue que en años recientes tres gobiernos, Noruega, México y Austria, organizaron una serie de conferencias multilaterales específicamente enfocadas en el impacto catastrófico de las armas nucleares, pero sobre todo en el impacto humanitario y esto cambió toda la manera de ver el asunto, empezaron a hablar de las consecuencias: cáncer, malformaciones genéticas, sufrimiento de los sobrevivientes…se cambió 100 % todo el debate y se hizo énfasis en la dimensión humanitaria.
C.J.: Esto se ha recibido con mucho entusiasmo, con mucho beneplácito, no sólo por la dimensión de celebración y de Premio, sino porque se asume que la atención que ha traído el Nobel y la credibilidad que tiene, van a servir como herramientas para avanzar mucho más en la lucha por un mundo libre de armas nucleares. El trabajo continúa, esta prohibición no se ha concretado, entonces estoy seguro que la presión va a seguir, que vamos a utilizar todas las medidas pacíficas que se nos ocurran para presionar a los países y para informar al público sobre la consecuencia de las armas.
C.J.: Es un momento histórico para la paz de Colombia, sin precedentes. Veo con algo de preocupación los retos que vienen, pero con optimismo de que el país se va a dar cuenta que esta es una oportunidad histórica que hay que aprovechar, que sería una gran oportunidad perdida si se deja pasar y si no se hace un esfuerzo real de pasar la página hacia la reconciliación. El país tiene muchos motivos para tener resentimientos por lo que ha sucedido, pero espero que podamos superarlos.
C.J.: Parte de la motivación es darse cuenta que el cambio sí es posible y es realmente extraordinario que quien impulsó esto haya sido sociedad civil, un grupo de gente normal de todo el mundo que se logró asociar y planear una estrategia y de alguna manera ganarles el pulso a estos estados que se oponían tan vehementemente.
C.J.: Creo que con un laptop se puede cambiar el mundo, sin grandes recursos económicos, sin armas, sin parafernalia. Crean en su propio potencial, somos agentes de nuestro propio destino. En el día a día se pueden hacer grandes contribuciones, las posibilidades del cambio positivo que uno puede generar son impresionantes y uno no las descubre hasta que no lo hace, hasta que no pone en práctica una estrategia.
ICAN logró que se firmara el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares (TPAN) en la ONU. Hasta el momento 53 países lo han refrendado, Colombia aún no lo ha hecho.
En el mundo hay aproximadamente 15 mil armas nucleares, muchas de ellas son cientos de veces más poderosas que las que destruyeron a Hiroshima y Nagasaki. La gran mayoría están en poder de Estados Unidos y Rusia, pero países como China, Reino Unido, Francia, Pakistán, India, Israel y Corea del Norte también las poseen.
Por Alejandra Carmona Sierra - Agencia de Noticias UPB, Egresados
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