Agencia de Noticias UPB Montería. Un extraordinario suceso ocurrió recientemente en Colombia, la explosión de una de las dos posibilidades que podían ofrecer Los Acuerdos de Paz en La Habana.
Un día como hoy en 1949, fue detonada en el centro de pruebas de Semipalatinsk (Kazajistán) la primera bomba atómica fabricada por la URSS (Unión Soviética). Esta unidad liberó una energía de 22 kilotones, similar a la bomba que el ejército estadounidense lanzó sobre Nagasaki.
En el marco de la Guerra Fría se vivieron varios sucesos similares que buscaban atemorizar al enemigo. “Coincidencias”, o que la historia se repite en otras latitudes.
Afortunadamente, en esta ocasión, el discurso del exjefe negociador del Acuerdo de Paz en La Habana, Iván Márquez, donde instaura la Nueva Marquetalia ante el Estado colombiano y la opinión pública, no tiene los mismos kilotones, ya que es una más de las descargaras que ha tenido que sufrir el pueblo colombiano los últimos 50 años, por parte de este grupo armado al margen de la ley denominado Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
El populismo busca la unidad del grupo, a pesar de su inherente heterogeneidad se presenta una pugna constante entre la lógica de la equivalencia y la lógica de la diferencia.
Estas dos lógicas de construcción de lo social, la diferencia y la equivalencia, determinan el surgimiento del populismo de acuerdo con el comportamiento de las demandas sociales. Estas demandas son la unidad básica del análisis del teórico político argentino Ernesto Laclau, tales demandas confrontan al sistema institucional el cual puede responder a ellas, caso en el cual serán incorporadas, o también podría ignorarlas. En esta primera instancia las demandas se encuentran aisladas, por eso Laclau las denomina “demandas democráticas”, independientemente de si están satisfechas o no.
Las demandas democráticas, al no ser satisfechas por el establecimiento, comienzan a unirse entre ellas por medio de un sentimiento de solidaridad. De este modo, se produce una relación equivalencial entre estas demandas al compartir el rechazo hacia el sistema institucional incapaz de satisfacerlas. No obstante, esta cadena equivalencial no constituye el populismo como tal, debe erigirse una demanda hegemónica capaz de encarnar todas las otras demandas frente al Estado opresor.
Aunque Laclau reconoce “que los discursos basados en esta lógica articulatoria pueden comenzar en cualquier lugar de la estructura socioinstitucional: organizaciones políticas clientelistas, partidos políticos establecidos, el ejército, movimientos revolucionarios, etc.”
Así las cosas, las FARC ha reconsolidado su demanda democrática mediante un discurso bien posicionado, y que sin lugar a dudas tiene muchos adeptos en nuestra ciudadanía, básico en la construcción de lo político de cualquier sistema como indica el politólogo alemán Carl Schmitt. Esperemos que el gobierno nacional desarrolle estratégicamente un dialogo que permita incluir y articular en el sistema, el discurso de este tipo de minorías.
Por Carlos Enrique Ramos Cabrales. Magíster en Estudios políticos e Internacionales, politólogo y director de Relaciones Internacionales UPB Seccional Montería.
