Languidez, la delgada línea entre depresión y bienestar
Agencia de Noticias UPB- Medellín. Hoy, es común escuchar a las personas hablar acerca de una falta de motivación sin explicación alguna, y es que los escenarios cotidianos a los que se enfrentan las personas a diario, el contenido de las noticias, el deterioro constante del medio ambiente y un panorama acerca del futuro del planeta tierra son diferentes factores psicosociales que afectan la salud mental.
También existen otros factores que afectan el agente biológico de una persona, como la mala alimentación, el placer momentáneo de la comida chatarra, el sedentarismo, la cuarentena, el cierre de actividades al aire libre, la falta de esparcimiento social y la tecnología que facilita hoy en día tantas actividades que requerían de un esfuerzo físico.
Estos factores ponen al ser humano al borde de un abismo obligado a caminar sobre esa delgada línea entre depresión y bienestar denominada languidez, donde se afecta la percepción de bienestar, la visión de futuro afectando el estado emocional, el contenido de los pensamientos y la interacción social
Corey Keyes es un sociólogo y psicólogo estadounidense y fue quien empezó a utilizar este término para referirse al fenómeno del estado de ánimo. El hecho de que aquellas personas que no sufrían de depresión tampoco estaban prosperando fue una de sus principales incógnitas de su investigación Change in Level of Positive Mental Health as a Predictor of Future Risk of Mental Illnesses, publicada en 2011, donde una de las hipótesis es que la salud mental es como la salud en general en un estado completo. En este estudio se hace referencia a la salud mental como Flourising, en español, Floreciente, que es la combinación de sentirse bien acerca de, y funcionar correctamente en la vida; y Languishing; en español, Languidecer, en la salud mental es igual a no sentirse bien acerca de todo y que funcione algo incorrecto en la vida.
Algunos consideran la languidez como un hijo ignorado de la salud mental, es una ausencia de bienestar, la persona que languidece no puede funcionar al 100 %, su motivación se nubla al punto de difuminar sentimientos de emoción o entusiasmo ante noticias positivas y la capacidad de concentración se altera, es casi común como la depresión, pero sin considerarse enfermedad mental, pero podría desembocar en una.
La languidez es silenciosa, lenta, no da señales de alerta y el peligro es no notarla hasta que es demasiado tarde para escapar de la soledad donde aquel que languidece se convierte en alguien indiferente, incluso con su propio ser, pues el ser humano no se altera o preocupa si no puede observar su propio sufrimiento, es por eso que una persona que languidece es poco probable que busque ayuda.
David Montoya sugiere algunas soluciones e intervenciones psicoterapéuticas como la terapia cognitiva, terapia interpersonal, terapia de aceptación y compromiso que ayuden a la resolución de conflictos, a la toma de decisiones y las estrategias de afrontamiento.
Por Mayra Alejandra Bravo – Agencia de Noticias UPB.
