Las universidades pontificias

Disponible en:Medellín14 ago. 2017

 

 
las universidades, en especial las pontificias, son el puente que une fe y ciencia, razón y corazón.

Agencia de Noticias UPB - Medellín. Con el paso del tiempo, los sucesores de San Pedro, los Pontífices, fueron acogiendo y amparando el esfuerzo de las Universidades, acompañándolas con su cuidado, iluminándolas con sus enseñanzas, distinguiéndolas con su patrocinio.

Por eso surgen unas Universidades que asumen el título de Pontificias, porque, como su nombre lo indica, son puestas bajo la directa mirada del Papa o son reconocidas por él de manera especial.

El Papa concede el título de Pontificia a una Universidad para que esta se haga tribuna autorizada de la enseñanza de la Iglesia, del magisterio que, en diversos campos, propone la Iglesia como camino seguro, como ruta definida, como sabiduría aplicada a las diversas realidades de la humanidad. La Universidad recibe el título de Pontificia, no sólo como un honor o una dignidad nominal, sino como una vocación para servir de puente entre el saber de la Iglesia, la voz de los Papas y las realidades humanas en las que se mueve en su espacio concreto y en su entorno cultural y social.

Al honor y al compromiso de llamarse Pontificia, le propone a la Universidad Pontificia Bolivariana la misión de ser luz en medio de tantas tinieblas, ser definición en medio de tantas incertidumbres, ser firmeza en los valores morales en medio de una sociedad manchada por la corrupción, ser transparencia ante tantas turbulencias, ser opción radical por la vida humana ante la relativización de la dignidad humana, ser razón madurada y clara ante la irracionalidad que quiere imponerse, ser argumento de fe y de esperanza ante la desesperación de una sociedad sin Dios, sin vida, sin amor.

Ser Pontificia, esto es, ser un puente que une fe y ciencia, razón y corazón bajo la mirada de los Papas, bimilenarios testigos de la verdad y de la vida, en la comunión serena y acertada de la Iglesia Católica, maestra en humanidad.

Universidad, la Pontificia Bolivariana

En Medellín, el proceso de fundación de la Universidad Católica fue asumido por la Iglesia y por un grupo de Maestros y Alumnos provenientes de la Universidad Pública y que buscaban una verdadera “libertad” en la educación, esto es, una educación vivida en una universidad en la que se pudieran unir fe y ciencia, virtud y rigor académico, sin que el conocimiento estuviese condicionado al vaivén de las ideas políticas.

 
las universidades, en especial las pontificias, son el puente que une fe y ciencia, razón y corazón.

El 15 de septiembre, fiesta de la Virgen Dolorosa, en el año 1936, con el patrocinio del Arzobispo-Maestro Tiberio de Jesús Salazar y Herrera, empieza su camino la Universidad Católica Bolivariana regida por Monseñor Manuel José Sierra con una mano recia y noble a la vez, sabia y comprometida con la formación integral de las personas.

Los comienzos no fueron fáciles y las tareas iniciales vividas en la tenacidad de los pioneros, hicieron ver a todos que desde el primer momento la Universidad tenía vocación de grandeza, de autenticidad, de originalidad, porque brotaba en el ambiente pascual de Cruz y Gloria, de oro probado en el crisol, de sacrificado esfuerzo vivido con ardor y con fe. Ya bajo el Arzobispo Joaquín García y la Rectoría de Monseñor Félix Henao Botero se pide y se obtiene el Sello o Título de Pontificia Universidad en 1945.

Las Universidades Católicas

Es propio de la Iglesia en su Historia la misión de educar. Desde el mismo mensaje de Jesús Maestro, encontramos que la misión de la familia creyente que nace del amor del Crucificado es enseñar.

En la Iglesia las Universidades nacen a la sombra fecunda de las Catedrales de la Edad Media, pero su origen debe hallarse mucho antes en otras formas de búsqueda del conocimiento amparadas por la Iglesia misma. Por eso es imposible olvidar las Escuelas Teológicas de los primeros siglos entre las que es fácil reconocer líneas de pensamiento y corrientes que entraron en diálogo con las tendencias filosóficas o con las culturas ya desde el inicio del anuncio del Evangelio.

Por ello,  la misión de la Universidad, heredera de estos tesoros del saber y de los métodos y caminos recorridos en la larga historia de la Educación, es establecer conexiones con el mundo, con las culturas, con los saberes bajo el amparo de un primer título, suficientemente expresivo que las describe: Universidades Católicas. Sabemos que la expresión Católica se entiende de modo especial como algo universal, que aúna y congrega en una clave dinámica de apertura a las búsquedas del hombre y a sus más profundas esperanzas y expectativas.

Dice el texto de la Santa Sede con el cual se concede el título de Pontificia a Nuestra Universidad:

Para honra e incremento de la Universidad Católica Bolivariana que desde hace algunos años ha sido fundada en la ciudad de Medellín de la República de Colombia, el Excelentísimo y Reverendísimo Señor Doctor Joaquín García Benítez Arzobispo y demás obispos de la Provincia Eclesiástica de Medellín elevaron recientemente una petición a la Santa Sede, para que dicha universidad fuese erigida canónicamente y distinguida con el título de Pontificia. Nuestro Santísimo Padre el Papa Pío XII, por providencia divina Pontífice Máximo, justamente regocijado en el Señor por los ópimos frutos que tal Ateneo ya ha producido, y queriendo velar más y más de cerca por la enseñanza cristiana en esta preclara nación se ha dignado escuchar benignamente las preces antedichas. Por esta razón, la Sagrada Congregación de Seminarios y Universidades en virtud de la autoridad que le ha sido otorgada por el Sumo Pontífice, erige y declara constituida canónicamente a la Universidad Católica Bolivariana y la señala con el nombre y título de Pontificia concediéndole al mismo tiempo todos los derechos, privilegios y honores al tenor de los que gozan o puedan gozar los institutos de estudios superiores distinguidos con este título y cuyos estatutos hayan de ser aprobados por esta misma Sagrada Congregación. Dado en Roma desde el Palacio de San Calixto a diez y seis días del mes de agosto, en la fiesta de San Joaquín, padre de la Santísima Virgen María, y en el año del Señor de 1945. Traducción del P. Javier Piedrahita Echeverri  en Cuadernos del cuadragésimo aniversario. Medellín: UPB, 1976, p.58

Por Pbro. Diego Alberto Uribe Castrillón, profesor titular de la Facultad de Teología UPB

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