No todos los colombianos somos así

Disponible en:Medellín11 jul. 2017

Diariamente vemos en los medios de comunicación aquellas noticias que jamás desearíamos ver y que tienen relación con la corrupción, situaciones de violencia, trampas de ciudadanos y otras tantas situaciones que criticamos.

Frente a las anteriores situaciones, inmediatamente aflora uno que otro columnista de opinión y miles de ciudadanos que afirman en las redes sociales que “este es un país de…(complete usted la frase)”; que todos los colombianos somos tramposos, ladrones y deshonestos. Si nos dejamos llevar por las afirmaciones de unos y otros, tendríamos que llegar a la conclusión que los nacidos en esta tierra somos de lo peorcito que ha brotado en este mundo.

En los momentos en los que se conocen esas situaciones criticables es cuando más debemos realizar una reflexión serena y hacer juicios revestidos de justicia, porque comunicar en las columnas de opinión y en las redes sociales debe implicar una responsabilidad social, porque con toda seguridad que lo que escribamos o reproduzcamos tendrá un impacto en quienes nos lo leen. En ese sentido, debemos hacernos la siguiente pregunta: ¿qué imagen de país estamos ayudando a construir si comunicamos que a los colombianos nos caracteriza lo peor?

¿Por qué en un acto de justicia no reseñamos y nos identificamos con la obra de esos otros millones de colombianos que diariamente desde su accionar honesto construyen un mejor presente y futuro para sí mismos, sus familias y semejantes?: allí unos lideran la creación de una asociación que les permite mejorar su calidad de vida; en un municipio un campesino alineó a todas las juntas de acción comunal para construir una visión del territorio en el que se pudiera vivir con dignidad; en otra vereda una mujer concientizó a sus vecinos para que utilizaran responsablemente el agua; en una región otro líder fundó una emisora local que le sirve a toda la comunidad para estar bien informada; un colombiano a lomo de mula lleva libros para que otros los puedan leer; y en cualquier escuela del país trabaja una maestra que ya perdió la cuenta de a cuántos niños les ha enseñado a leer y escribir.

¿Por qué el accionar de los anteriores colombianos no es tenido en cuenta por quienes ante las situaciones criticables por las que pasamos salen en los medios de comunicación y en las redes sociales a decir que los colombianos en general somos violentos, corruptos o tramposos?

Lo curioso es que cuando nos enteramos que en el exterior algún colombiano es maltratado física o verbalmente, colectivamente protestamos en las redes sociales por tal maltrato, pero, entonces, ¿por qué no nos duele auto flagelarnos tratándonos mal?

Cuando sucedan casos lamentables de corrupción, violencia o trampas, debemos exigir que se investigue a fondo, se sancionen los responsables, sacar los aprendizajes necesarios, ser justos y reconocer que no todos los colombianos somos así y en una actitud de resiliencia seguir contribuyendo al propósito de contar con un mejor país. 

¿Por qué no nos ponemos la tarea de reseñar en nuestras redes sociales, al menos una vez por semana, una experiencia positiva liderada por un colombiano? 

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