A propósito del Día del hombre

Disponible en:Montería27 mar. 2017

Autor: Isnelia Robles Señas
Coordinadora Área de Trabajo Social, UPB Montería.
Programa Afecto y Familia.

 
El pasado 19 de marzo conmemoramos la festividad de San José, patrón de la iglesia y nacionalmente, el Día del hombre. A propósito de este día,  reflexionemos un poco…
 
Socialmente somos resultado de nuestros constructos históricos, pensamos, hacemos y  valoramos lo que nos han enseñado, somos todo lo que nuestra herencia cultural nos ha legado, así el día a día nos plantee, entre otras cosas, lo que debemos ser y hacer.
 
¿Cómo ser maravillosamente humanos y acogerse a referentes que han significado para el ethos masculino, tanta pérdida emocional? Los hombres no lloran, pareces una nena, sea fuerte, aguante; siendo mujer pienso que debe ser muy difícil, tener siete añitos, una rodilla herida, quedarse mudo y no llorar hasta que todo el barrio se entere.  Pienso que nuestra educación, en torno a ser “hombre” (y mujer) ha negado la posibilidad de una justa emocionalidad masculina.
 
El espacio es muy corto para una temática tan sensible, la lista es interminable. Hemos avanzado en muchísimos aspectos, no obstante, es válido insistir en la valoración de la rudeza e indiferencia emocional de los grandes estereotipos masculinos porque la ‘castración emocional’ sigue estando ahí: ellos no  transmiten los sentimientos, los hombres no hablan de amor, no saben de afecto.
 
Creo que la debacle del desencuentro de parejas, la dificultad que los hombres y mujeres sufren en sus relaciones, su infelicidad, le extiende una grandísima cuenta de cobro a toda la carga de mitos y mentiras masculinas que culturalmente nos han introyectado. Preconceptos que perversamente se conjugan con los de la fragilidad, veleidad y vulnerabilidad femenina; dando como resultado el difícil panorama de violencia y enfrentamiento emocional que todos conocemos.
 
Afortunadamente, el gran descubrimiento del siglo XX es que así como aprendemos, también tenemos la posibilidad, de desaprender, afortunadamente. Gratísima sería nuestra cotidianidad si jóvenes y adultos, reemprendiéramos nuevos aprendizajes, nos contactáramos con vivencias sanas, alegres, esperanzadoras; donde la posibilidad de conversar, dialogar, encontrarse con el otro, descargarnos de preconceptos y mitos que nos impidan ser críticos, crecer, SER, sentir y vivir. Entender que la represión emocional nos enferma, saber que solo a partir de un encuentro sano y sincero podremos hacer apuestas afectivas positivas, sanas y estabilizadoras, ¡romper los mitos! Pienso que una apuesta en este sentido vale realmente la VIDA.  

 
A propósito del Día del hombre
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