Energía nuclear en Colombia, una prospectiva incómoda

Disponible en:Medellín13 sep. 2016

La energía nuclear en Colombia, los posibles riesgos ambientales y sus bondades en un hipotético escenario.

La muy cercana temporada de verano que azotó a Colombia y la crisis energética que generó, promovió en muchos el debate sobre la generación de energía eléctrica a partir de las ya tradicionales hidroeléctricas. Aunque la apuesta de país será por el mismo modelo, sumando ahora el de las renovables, ¿cómo sería el escenario si se hubiese promovido la energía nuclear? Expertos en el tema respondieron.

Con los desastres nucleares de Chernóbil y Fukushima, el hombre contemporáneo se pregunta acerca de la idoneidad de producir energía a partir de la fisión de los átomos, pues son muchos los riesgos, si esta no cumple con los requisitos mínimos de seguridad. A treinta años del desastre que aún ocasiona mutaciones en bielorrusos y ucranianos, países como Alemania toman la iniciativa de dar por finalizado su programa de abastecimiento energético a partir de la fisión atómica. Pero, ¿cuál sería el escenario para países en desarrollo como Colombia?

Para Andrés Emiro Díez, docente e investigador de la Facultad de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Pontificia Bolivariana, los países que optan por la energía nuclear son aquellos que ven comprometida su seguridad energética: “En Colombia no ha pasado porque el país tiene los recursos para satisfacer su demanda, como sus embalses y materias no renovables como el carbón y el petróleo”, aseguró Andrés, a lo que agregó: “Con la crisis de los 90 y la que se vivió este año en Colombia por cuenta del prolongado verano, surgieron voces que pidieron un cambio en la matriz, pero más que cambiar el modelo actual de la hidráulica, no se puede caer en la nuclear, sino todo lo contrario, apostarle por las renovables”.

De igual forma piensa la docente y líder en estudios atmosféricos del Grupo de Investigación Ambientales – GIA de la UPB, María Victoria Toro. Para ella, tanto la generación de energía a través de la fotovoltaica (solar) y la eólica (viento), sentarían un muy buen precedente en términos ambientales para el país: “Es el caso del Parque Eólico Jepírachi. Ellos aprovechan los potentes vientos que transitan por la Costa Atlántica para generar energía limpia y de gran alcance”. Sin embargo, para su juicio, las hidro y termoeléctricas, o inclusive la nuclear, si cumplen con todas las normas de seguridad, podrían ser viables en el país: “No estoy diciendo que estoy de acuerdo con la nuclear, pero si se llega a desarrollar la tecnología en el país y además se construyen en zonas desérticas, es posible que funcionen sin impactar el medio ambiente”, aseguró María Victoria.

Cuestiones como cuál sería el efecto de la nuclear sobre el calentamiento global, juega un papel fundamental en un país como Colombia, pues la pasada temporada de verano dejó por sentado que las peores consecuencias las llevará al hombro. Aunque muchos creen que las gigantes chimeneas, indispensables en una planta nuclear, podrían emitir gases nocivos, expertos como María Victoria responden que por el contrario a lo que se piensa, el humo solo es vapor de agua. Igualmente, Andrés Emiro concordó: “La ventaja de la nuclear es que no contribuye al calentamiento global, mientras las termoeléctricas, sí, porque queman carbón y combustibles fósiles”. Cabe destacar que en Colombia abundan las termoeléctricas, principalmente para abastecer a la industria.

Una apuesta peligrosa

La energía nuclear fue durante la Guerra Fría, la mejor herramienta para infundir orgullo en las naciones y miedo al enemigo. Desarrollar el control atómico con fines pacíficos o bélicos, llevó a que países como la Unión Soviética, propagara el fenómeno nuclear por todo lo largo y ancho de su territorio. Sin embargo, no contaron con lo más simple y básico de la naturaleza humana: cometer errores. El desastre en Chernóbil fue inminente y millones de toneladas de material radioactivo se propagaron por toda Europa.

“En Sudamérica, Brasil y Argentina decidieron ser parte de la carrera nuclear, abriendo reactores para satisfacer sus demandas energéticas”, explicó Andrés. Por fortuna, hasta el momento en ninguno ha ocurrido un evento de mayor proporción que pueda vulnerar la salud de las personas y el medio ambiente, ya que las consecuencias de un desastre nuclear, son catastróficas: “Una explosión nuclear borra lo que sea. Quienes sobreviven, evidencian mutaciones en su cuerpo, o si deciden tener hijos, ellos desarrollarán cuerpos extraños. Las plantas y los animales también. En unos puede ser paulatino y en otros, inmediato”, afirmó María Victoria, de lo que hizo claridad en un aspecto fundamental para entender los residuos que deja la producción de una sobre la otra: “Cuando quemas carbón o combustibles fósiles, se liberan nanopartículas, las cuales se pueden medir en el orden de 0.1 micras. En la nuclear, se liberan átomos, y ahí debes medirlo de otra forma. Lo peor es que esos átomos radioactivos pasan por nuestro cuerpo y nosotros no los sentimos, solo vemos sus efectos a corto o largo plazo”.

¿Qué hay en el subsuelo?

Sobre las posibilidades de yacimientos de uranio en el Urabá antioqueño, Andrés Emiro levanta su voz de protesta: “Hemos sacado mucho provecho de esa región con los cultivos extensivos de banano. Volverla además una mina de materiales radioactivos, podría traer consecuencias funestas para los ríos y las selvas”, de lo que hizo claridad: “Yo quiero ver al Urabá como una gran reserva ecológica. No quisiera que se generara una fiebre por la energía atómica ni en el Urabá, ni en otras zonas del país”, aclaró Andrés.

Y es que tener una planta nuclear en Colombia podría significarle muchos riesgos a la biodiversidad del país, dado que su funcionamiento, no implica solo liberar gas de agua: “Qué pasaría con los desechos radioactivos. Cuál río lidiaría con ellos o dónde se almacenarían. La energía nuclear necesita muchos controles pero en Colombia, por fortuna, aún falta mucho por desarrollar en este campo, por eso la veo a 60 años más o menos”, explicó María Victoria.

La demanda de electricidad, seguirá corriendo por cuenta de la hidráulica, ya que como lo explica Andrés, trae más bondades a largo plazo, como el almacenamiento de agua para extensas épocas de verano. Pero desarrollos en la fotovoltaica y eólica, podría en una nueva crisis, significar una oportunidad: “En verano hay mucha radiación solar e incrementan los vientos. Podemos aprovechar esa condición que se da en el país, y restarle funcionamiento a las hidroeléctricas”, aseguró el experto en temas energéticos.

De esta forma, pensar en la construcción de un reactor para satisfacer la necesidad de un país con potencial en la generación de otro tipo de energías, podría significar un esfuerzo infructuoso, como lo explican los expertos, dado que los desarrollos tecnológicos y los profesionales preparados en el campo atómico escasean en el país. Creer que el paisaje de verdes praderas o apabullantes selvas, tendrá como adorno una gigante chimenea nuclear, es por el momento, una fantasía radioactiva.

 

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