¡Parcero! pille este verbo

Disponible en:Medellín21 may. 2018

 

 
PRESENTADOR

 

Agencia de Noticias UPB - Medellín. La investigación de Luz Stella Castañeda Arango y José Ignacio Henao Salazar, docentes de la Universidad de Antioquia, se enfocó en estudiar el surgimiento de un lenguaje con función simbólica, producido en contextos donde predomina la violencia, drogadicción y narcotráfico. Sin embargo, el término parlache vino a acuñarse después de todo un proceso de inmersión en su fuente originaria.

“Este vocabulario comenzó a tener sus apariciones en diferentes muestras artísticas como programas humorísticos, luego se traspasó en manifestaciones teatrales como la interpretación de Robinson Posada, más conocido como el parcero del popular 8, y posteriormente apareció Mauricio García, un caricaturista que tenía una revista denominada La Piquiña, donde el personaje principal era una abuela sicaria que hablaba parlache”, argumentó Luz Stella. 

A través de todas esas expresiones empezó a aparecer el parlache en la lengua escrita, gracias a los periódicos y revistas de difusión masiva, no obstante, dio un salto decisivo cuando llegó a la literatura antioqueña contemporánea, y se publicaron dos novelas que constituyen un hito fundamental para la divulgación y conocimiento de este fenómeno a nivel mundial: Rosario tijeras, de Jorge Franco y La virgen de los sicarios, de Fernando Vallejo. 

Estas dos novelas fueron publicadas en múltiples países y traducidas en varios idiomas por especialistas de mucho reconocimiento internacional, por ejemplo, Gregory Rabassa (mismo traductor de Cien años de soledad). Cada una en su momento, fue llevada al cine, ganando numerosos premios y expandiendo el parlache a nivel mundial, tal como lo explicó la especialista en lexicografía y sociolingüística, Luz Stella. 

 
CONVERSATORIO

Luz Stella Castañeda, José Ignacio Henao y Juan Carlos Rodas

José Ignacio afirma que la investigación nació a partir de una sugerencia de Víctor Gaviria, quien luego de dirigir La vendedora de rosas (obra cinematográfica aclamada por la crítica internacional) y otro exponente del famoso parlache, marcó la premisa de que lo más importante en una historia resulta siendo el lenguaje y no la anécdota. 

En 2001, Juan Gustavo Cobo Borda, director de la Academia Colombiana de la Lengua, logró llevar apartados de la investigación de José Henao y Luz Castañeda a España, permitiendo así, que desde esa edición entrara el parlache al diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, con una serie de vocablos tales como: chichipato (persona que escatima en gastos o persona tacaña), camello (empleo o trabajo) y bareta (referente a marihuana), entre otros. 

Juan Carlos Rojas Montoya, director de la editorial UPB y moderador del conversatorio, aseguró que Héctor Abad Faciolince determinó ese tipo de lenguaje en un constructo de la literatura que se llama novela sicaresca, con ejemplares como No nacimos pa´semilla. A pesar de eso, existía una preocupación por hacer la compilación de los términos, entonces ahí vino el siguiente paso del proyecto. 

Hemos publicado dos diccionarios de parlache, el primero en 2006, y la segunda edición en 2015, donde pudimos constatar que muchas palabras que estaban en desuso dejaron de existir definitivamente”, dijo Castañeda. 

Henao explicó que parcero (amigo íntimo o compañero) viene de parceiro, palabra del portugués que los jóvenes colombianos aprendieron en las cocinas de la droga de la frontera con Brasil. De ahí se derivan transformaciones como parcerín y parceriwafer, evidenciando que en el parlache sí es posible hallar expresiones con sentidos positivos. Inclusive, narra que muchas de estas palabras tienen una connotación sexual, como es el caso de chimba (relativo a algo muy bueno y dependiendo del contexto, a algo muy malo), pero a su vez, con el símil a los órganos reproductores humanos. 

Luz Stella añadió que, cuando los integrantes de un grupo delincuencial deseaban referirse a su líder, lo nombraban como el jefe o el patrón, pero hoy en día, suelen denominarlo como el duro o el apá. De igual forma, ella explicó que dentro de la lengua existe el proceso de re-categorización y puso de ejemplo el vocablo nea, que es otro derivado de la palabra gonorrea.

Rodas Montoya mencionó que las variedades argóticas nacen en ciertos sectores populares y se van diseminando por toda la ciudad hasta convertirse parcialmente en el bien común, por motivos como la creatividad de las palabras y su condición fonética.

“Hay varios recursos lingüísticos para la formación de palabras, como la inversión silábica: lleca (calle), grone (negro), tabogo (Bogotá), y otras más, que son un juego lingüístico para modificar el significante. Las más comunes podrían ser misaca (camisa) o bezaca (cabeza), que se irrigaron por toda la ciudad”, puntualizó Rodas Montoya. 

El acortamiento también es una práctica usual entre los usuarios del parlache, cuando dicen miso, se refieren a mi socio, y el adjetivo peye, viene de pellejo, es decir, un cuero viejo y gastado, por eso lo peye es algo de baja calidad o deteriorado, declaró Henao Salazar. 

El nombre del diccionario del parlache surgió por la combinación del parlamento, el parche (lugar o sitio de encuentro de un grupo de personas), y la acción de parchar (estar en compañía, disfrutar entre amigos o hacer algo en conjunto).

“El parlache es el entramado de las historias colombianas, de los relatos de habitantes de las zonas periféricas de la ciudad, pero también de la clase elitista, sin discriminación de hombres o mujeres, pero con el flagelo de la marginalidad, el desarraigo, la venganza y la soledad”, concluyó Juan Carlos Rodas, coincidiendo con los participantes del evento en que este fenómeno abre muchas posibilidades para la investigación, exponiendo la necesidad de transgredir el orden del vocabulario, para que de forma casi críptica se cree un dialecto social de carácter argótico. 

Por Michelle Acevedo Vélez - Agencia de Noticias UPB 

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