Jhonatan, el profe del año y egresado UPB
“A uno siempre le quedan en la memoria ciertas palabras. Recuerdo que cuando Adriana Álvarez, decana de la Escuela de Educación y Pedagogía en ese momento, me entregó el diploma me dijo: ‘Esta siempre va a ser su casa’. Y sí, yo tomo esta como mi casa, aquí fue donde me formé no solo como profesional, sino como persona”, cuenta Jhonatan Marín Mesa, egresado de la Licenciatura en Inglés – Español.
Desde pequeño se veía como veterinario, pero su vida profesional tomó otro rumbo en el grado once, cuando uno de sus docentes lo retó a aprender inglés. “Soy profesor por accidente”, afirma jocosamente mientras relata cómo tomó la decisión de escoger su profesión, sin embargo, está convencido de que siempre estuvo preparado para serlo: “Mi papá me ayudó para estudiar inglés, pero cuando terminé pensé que si quería enseñarlo tenía que estudiar y aprender cómo hacerlo, entonces empecé la Licenciatura. (…) Uno como que trae esto en la sangre, porque esta profesión no es fácil”.
Con sacrificio y constancia terminó sus estudios en la Universidad Pontificia Bolivariana, la Institución que había elegido “porque sabía que tenía muy buena reputación”. Aunque durante su carrera trabajaba de domingo a domingo, cuenta que era muy atento en clase y que sus calificaciones eran destacadas, pues no quería defraudar el voto de confianza de sus padres. Incluso, por su buen rendimiento, la Facultad le otorgó una carta de recomendación que le permitió participar durante seis meses en un programa de intercambio cultural en Estados Unidos, donde realizó su primera práctica profesional como profesor asistente.
Volvió a Colombia y dos años después de graduarse lo invitaron a participar nuevamente en esta experiencia que le dejó gratos aprendizajes. “Participate”, un programa que vincula docentes para dictar clases de español en escuelas de Norteamérica, recibió a Jhonatan, el colombiano que más tarde sería reconocido por ser uno de los mejores.
Al principio el choque cultural fue complejo, pero poco a poco se fue adaptando a la vida en Fayetteville, Carolina del Norte, donde dictaba clases de Sociales, Ciencias, Matemáticas y Lenguaje, a niños que participaban en el programa full immersion en español.
“Una profesora de Honduras me enseñó muchas cosas durante el primer año y ya en el segundo año empecé yo solo, me fue muy bien con las bases pedagógicas de la Universidad, me acordé mucho de lo que nos enseñaban, me sentí muy orgulloso de la UPB”, asegura el docente.
Por su desempeño y porque, según la carta de recomendación de sus coordinadores, es una persona a la que “no le importaba dejar lo que estaba haciendo para ayudar a otros”, fue reconocido como “Teacher of the Year” de la Escuela Howard Hall, una distinción que le permitió liderar procesos con su comunidad educativa y, posteriormente, participar con más de doscientas personas para ser elegido como el mejor profe de “Participate” en Carolina del Norte. Se sometió a varias pruebas y finalmente, en medio de aplausos, le dieron la sorpresa: “…Fue durante un día de campo, media escuela estaba ahí, yo me puse a llorar”, comenta entre risas mientras recuerda ese satisfactorio momento.
El Sr. Marín, como le decían sus colegas y alumnos, recibió el premio Dual Language Teacher of the Year Award, otorgado “a los educadores que han demostrado un compromiso sobresaliente con sus estudiantes, las comunidades escolares y la educación global”. Su paso por la UPB fue fundamental para lograrlo, porque según cuenta “un profesor debe ser integral, que se preocupe por sus estudiantes y por sus resultados, pero también por el ser humano, que esté reflexionando permanentemente sobre la información (…). Aquí en la Universidad aprendí a enseñarle a personas que sienten, que les da miedo y que necesitan un apoyo permanente”.
Después de varios años volvió al campus y con la nostalgia de su época de estudiante recordó los penaltis que los coronaron como subcampeones de uno de los torneos interfacultades; los quioscos con mesas y sillas de cemento que recibían a los estudiantes durante los recesos; y, por supuesto, a los profesores y amigos que lo acompañaron durante su proceso de formación en la Universidad Pontificia Bolivariana, la Institución de la que se siente orgulloso “por todas las oportunidades que me dieron para crecer como persona y como profesional, porque es una de las mejores universidades de Colombia, con gente comprometida en la formación de líderes, en la formación de personas”.
