Proyecto advierte efecto de la calidad del aire en los niños

Disponible en:Medellín24 may. 2023

Agencia de Noticias UPB - Medellín. Solo en el 2016, y según cifras presentadas por un informe de la Organización Mundial de la Salud, 600.000 niños murieron alrededor del mundo a causa de enfermedades asociadas a la contaminación atmosférica. Desde entonces, y pese a ser un tema de gran preocupación, poco ha cambiado: millones de niños continúan respirando aire contaminado que, inadvertidamente, enferma y cobra vidas en todo el mundo.

Tras conocer las impactantes cifras, Diana Marín, docente de la Facultad de Medicina de la Universidad Pontificia Bolivariana, supo que debía hacer algo, así que, en el año 2018, y gracias a una articulación investigativa de varias facultades de la UPB, surgió PROMESA, el proyecto investigativo cuyo propósito es conocer de dónde procede material particulado que afecta la calidad del aire y cuál es su efecto en la salud en una de las poblaciones más vulnerables: los niños menores de 5 años.

 
Promesa proyecto

 
Diana Marin Promesa

“Sabemos que una de las principales causas de muerte y visitas a hospitales en menores de 5 años son las infecciones respiratorias agudas y que esto podría asociarse a con la contaminación atmosférica, es por eso que el proyecto PROMESA, que significa Procedencia del Material Particulado y su Efecto en la Salud de los Niños, busca la alianza con diferentes grupos de investigación e instituciones de Medellín y Bogotá para crear diferentes estrategias que han permitido acercase al estudio de la calidad del aire desde la perspectiva de la ciudadanía con voces ciudadanas para un aire saludable, de las instituciones educativas con el proyecto Educamed y su página web Escuela en el Mapa y con el estudio en los niños menores de 5 años ”, agregó Diana Marín, líder de PROMESA.

Durante estos años, los investigadores de PROMESA han realizado un estudio de cohorte con el que han logrado evaluar a través de varias neumólogas a al menos 500 niños menores de cinco años en las ciudades de Bogotá y Medellín y seguirlos por un periodo mínimo de un año para conocer si desarrollan o no asma y dos veces al año toman muestras para evaluar respuestas biológicas como daños en el ADN, permitiendo una evidencia más sólida de la causa y efecto.

Desde entonces, y teniendo en cuenta que no existen investigaciones referentes a este tema en la región, PROMESA se ha consolidado como una alianza estratégica de universidad, empresa y Estado, donde la Universidad Pontificia Bolivariana, bajo el liderazgo de la docente y estadística Diana Marín, ha venido trabajando en conjunto con la Universidad de Antioquia y la Universidad de los Andes, la Secretaría de Salud de Medellín y las empresas SURA, GENES y ATB. Además, ha recibido el apoyo de importantes instituciones académicas y estatales como el Instituto Tecnológico Metropolitano de Medellín, el Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid y la Secretaría Distrital de Bogotá.

 
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Tenemos conocimiento de investigaciones sobre este tema en Norteamérica y en Europa, pero nuestras condiciones climáticas, sociales, culturales son diferentes, y en este sentido, la procedencia del material particulado, los factores ambientales y el efecto en las personas es diferente. PROMESA pretende aportar evidencias sobre este tema, desde una óptica local”, puntualizó la docente.

Además, PROMESA también trabaja en la recolección de información sobre las condiciones en las vivían las madres de los menores durante el embarazo para conocer si han cambiado de vivienda con el paso del tiempo, con el propósito de saber a qué contaminantes estuvieron expuestas, ya que, según Diana Marín “se ha demostrado que los contaminantes a los que los niños están expuestos desde el útero influyen significativamente en el desarrollo de enfermedades respiratorias y neurológicas en la niñez y en la adolescencia”.

 
promesa enfermera angie

“Con mi labor espero aportar a este proyecto tan importante que es PROMESA. Yo me encargo de tomar las muestras de mucosa bucal y de sangre, con el fin de enviarlas a los laboratorios para verificar efectos genotóxicos y extraer el ADN e identificar diferentes polimorfismos”, agregó Angie Milena Torres, auxiliar de enfermería voluntaria en PROMESA.

Estrategias

En la actualidad, en el proyecto trabajan 35 investigadores de diferentes disciplinas para la consecución de cuatro objetivos clave: definir la influencia de factores ambientales en las condiciones clínicas de los niños, conocer las condiciones biológicas que intervienen, comprender la estructura química, morfológica y tóxica del material particulado y desarrollar estaciones de bajo costo para el monitoreo de calidad de aire.

Uno de los puntos clave en PROMESA es el estudio de las respuestas biológicas en los niños con muestras de sangre y saliva y en el material particulado con los extractos orgánicos de los muestreos que se realizaron en dos zonas de cada ciudad y en dos momentos del año. Con estas muestras se hace un análisis de biomarcadores que indican el efecto tóxico de los contaminantes a los que se exponen los menores y la población general. “Esto es importante para PROMESA porque es otra forma de medir los efectos que tienen los contaminantes antes de que aparezca la enfermedad y complementar las políticas ambientales basadas únicamente en la concentración del contaminante y evaluar su potencial efecto tóxico asociado a la caracterización química”, agregó Diana Marín.

 
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Dentro de las estrategias de apropiación social de conocimiento que se han realizado en PROMESA, se resaltan 3 estrategias clave, la primera enfocada en conocer las propuestas de los ciudadanos para mejorar el aire desde Voces Ciudadanas por un aire saludable; la segunda, enfocada en ubicar los proyectos ambientales en las escuelas, y la tercera enfocada en reconocer los conocimientos, actitudes y prácticas implementadas por la población joven respecto al tema.

Con PROMESA se espera volver a poner en la mesa, esta vez con evidencias, la importancia de trabajar en la mitigación de la contaminación atmosférica y de priorizar los procesos pedagógicos en la ciudad.

“La contaminación atmosférica es un asesino silencioso. A veces tenemos épocas de gran riesgo y las personas no saben, entonces siguen sus actividades normales como si nada. Creo que nos falta más pedagogía para comunicar lo que pasa, porque como no lo vemos no creemos que está ahí. Yo pienso que falta concientizar a la gente de que esto es real, necesitamos más educación y capacitación, sobre todo en Colombia que cuenta con una reglamentación tan laxa en cuanto a la regulación de la contaminación atmosférica”, añadió Diana Marín.

Por: Yessica Pérez Gómez - Agencia de Noticias UPB

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