Agencia de Noticias UPB - Medellín. Si bien la felicidad es un sentimiento abstracto, se podría decir que se tiene la concepción de que esta le da un efecto de bienestar a la vida, donde se experimentan diferentes emociones que le permiten al ser humano llevar una existencia plena y tranquila.
Para Aristóteles, la felicidad era el fin de todo hombre, pues según el filósofo, es un modo de vida donde la única finalidad es ser feliz. También hay quienes la relacionan con el cumplimiento de sus logros, con poder viajar, con compartir su vida con la persona a quien aman, tener hijos, comprar una mascota, ver a los demás realizar sus sueños, entre otras cosas.
En la Universidad Pontificia Bolivariana existe un proyecto llamado la Casa de la Felicidad, que como su nombre lo indica, busca ser un portador de buenas nuevas para quienes lo conocen. En él, se ofrece formación integral para adultos y jóvenes donde su único fin es cultivar la mente y el espíritu, teniendo en cuenta que esta no acaba con la vejez, sino que es una especie de tejido que se construye desde el inicio de la vida hasta el fin de ella.
Darío Castro, psicólogo de la Universidad Nacional de Bogotá de 70 años, es un alumno de la Casa de la Felicidad desde hace 3 años. Cada 15 días se va caminando desde su casa, ubicada en el barrio Conquistadores, hasta las instalaciones de la UPB - Laureles para asistir a las clases que tanto disfruta con el profesor Memo Ánjel. Caminar no le disgusta, y más si es un día soleado el cual aprovecha para ejercitarse. En su bolso de estudiante trae consigo sus gafas, un cuaderno y un lápiz, considerados elementos indispensables para quien está a portas de recibir una clase de cátedra.
Según su experiencia, los cursos son muy buenos porque aparte de aprender, nunca faltan las risas y los ratos de esparcimiento. Darío tiene claro que para poder tener una vejez de la mejor calidad, se debe hacer ciertas cosas.
Se describe como un hombre vital, inquieto, consciente, comprensivo, compasivo y como un ser humano preocupado por poder hacer algo por el mundo. Por ello, se dedica a transmitir su conocimiento dando conferencias o talleres, los cuales también los ha podido realizar en esta casa que acoge a todo aquel que siente curiosidad por el saber y el conocer.
La Casa de la Felicidad, al ser un programa abierto para todo público, también llama la atención de los jóvenes, quienes se dejan envolver por los títulos llamativos de las clases.
Así le pasó a Isabella Villegas, de 21 años y quien cursa el pregrado de Historia en la UPB. Conoció la Casa de la Felicidad por medio de un correo que le llegó a su e-mail invitándola a un curso, el cual decidió tomar porque el título tenía un nombre que, por lo menos, no se le asemejaba a las materias que veía constantemente en su carrera.
Isabella, según relata, se crio con sus abuelos, por lo que para ella ha sido una linda experiencia compartir un salón de clases con adultos mayores.
En este mismo sentido, piensa que cuando las personas van llegando a cierta edad en la que se retiran del mundo laboral, se les dificulta en cierta medida seguir encontrando propósitos, y esto es lo que este programa le da a las personas, que en sus palabras es aquella gasolina para seguir andando y encontrándole motivos y actividades de conocimiento a la vida. Así mismo, asegura que todo el personal que conforma la Casa de la Felicidad está muy bien capacitado en cuanto a temas de conocimiento y servicio a los demás.
Juan Guillermo Herrera, diseñador gráfico y quien fue en dos ocasiones director de la Facultad de Diseño Gráfico de la UPB y curador de la Biblioteca Central de la misma institución, lleva dos años haciendo parte de la Casa de la Felicidad como docente. Siendo un apasionado por el arte, decidió comenzar dictando cátedras sobre este tema con cursos como De las cavernas a las galerías y El arte en el medioevo.
De esta forma, Juan Guillermo expresó que el proyecto genera cambios positivos en las personas que llegan a él, pues según cuenta, hay quienes llegan con cierto temor de que la universidad es solo para los jóvenes y en estos cursos se encuentran con un grupo de individuos iguales a ellos que saben que la vida continúa y qué mejor forma de disfrutarla que conociendo sobre diferentes contenidos.
Aunque Darío, Isabella y Juan Guillermo concuerdan en que en la vida todo comienza y termina, la curiosidad por adquirir nuevos conocimientos en diferentes áreas del saber es fundamental sin importar la edad. Por ello, la UPB y su programa Casa de la Felicidad brindan espacios de calidad académica no excluyente que tiene como objetivo disfrutar el conocimiento, apostándole a la calidad en el servicio y haciéndole honor a su nombre, pues una de sus prioridades es permitirle a los estudiantes sentirse como en casa.
Por Antonella López Riveros, Agencia de Noticias UPB - Medellín.
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