Agencia de Noticias UPB - Medellín. El amarillo del cultivo la alerta sobre la maduración de los granos y el rojo intenso le anuncia que muy pronto sentirá el olor del café, un aroma que es sinónimo de recompensa a varios años de dedicación con la que Juliana y su familia cuidan cada semilla.
La vida de Juliana Maya Fernández “ha sido estudiar”. A sus 30 años es ingeniera electrónica, especialista en Gestión y Desarrollo Agroindustrial y está terminando la maestría de Innovación en Agronegocios. Y aunque se veía trabajando en la industria electrónica, el destino le tenía otra oferta.
“Al principio estaba súper perdida, porque yo de café no sabía ni tomármelo”, cuenta entre risas. Y es que, aunque su abuelo ha sido caficultor toda la vida y Juliana y sus tres hermanas crecieron jugando con café, nunca se imaginaron que junto a su padre iban a ser las encargadas de darle una mirada empresarial a la pasión de don Heriberto Maya.
Esta ingeniera es la encargada de la reproducción de semillas y del vivero de ACCRESCO, la empresa familiar. De la mano de los trabajadores aprendió las técnicas para cuidar y producir semillas de calidad, con el esmero y la paciencia de quien entiende que de ellas deben salir árboles que vivan al menos 20 años, para servir al sustento de muchas familias y darles a los amantes del café, el placer de saborear la exquisita bebida.
Las hermanas Maya Fernández, tres de ellas ingenieras y una negociadora internacional, han aportado procesos innovadores, siempre enfocadas al servicio, por eso han buscado aprovechar los coproductos del café, tratar el mucílago, compostar la pulpa y crear nuevos productos, entre ellos un jugo de café con propiedades antioxidantes y energizantes.
Juliana no tiene muy claro los motivos, pero siempre quiso ser ingeniera electrónica de la Universidad Pontificia Bolivariana, una decisión de la que habla con orgullo: “Nosotros los ingenieros de Bolivariana tenemos una ventaja y es que somos unos profesionales integrales, a mí eso me sonaba a frase de cajón, tengo que admitirlo, pero cuando me enfrenté a la vida profesional me di cuenta que es verdad, nos podemos enfrentar a cualquier reto que nos pongan”.
Se siente privilegiada porque son muy pocos los que pueden trabajar en familia. Asegura que no es fácil aprender a separar las relaciones personales y laborales, pero para ella “es un privilegio poder luchar por los sueños juntos”. Está decidida a mantener viva la pasión inculcada por su abuelo y su padre y, aunque al principio no fue fácil ni era lo que tenía en mente como profesional, su formación en la UPB fue determinante: “El énfasis administrativo que la Universidad nos da a los ingenieros es supremamente útil y la formación humanista es un complemento muy importante”.
Por Alejandra Carmona - Agencia de Noticias UPB, Oficina de Egresados
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