Agencia de Noticias UPB – Medellín. A los 29 años, Hellen Ariza camina con paso firme por los pasillos de la Universidad Pontificia Bolivariana. Lo hace acompañada de Nani, su inseparable perro guía, con quien ha aprendido a sortear las barreras estructurales de un entorno que, aunque ha avanzado en accesibilidad, todavía tiene desafíos por superar. Pero lo que realmente ilumina su andar no es la vista, sino la determinación con la que asume cada aspecto de su vida.
Nacida en Barranquilla, en el sur de la ciudad, Hellen creció en un entorno caribeño donde la presencia árabe es parte del paisaje urbano y social. Se identifica como musulmana ortodoxa, y encuentra en su fe no solo una guía espiritual, sino una forma de vida que equilibra con su vida académica y personal. “Desde los 20 años practico la religión musulmana. Es un estilo de vida completo”, afirma.
En un campus universitario de raíces católicas, ha sabido encontrar el diálogo, el respeto y la oportunidad de explicar su fe con serenidad y conocimiento. Como explica:
Lo que motivó a Helen a elegir a la UPB para su formación profesional fue, en parte, la confianza que le generó saber que la universidad ya había acogido antes a estudiantes ciegos.
Durante su proceso académico ha recibido apoyos como el acompañamiento de estudiantes con becas, quienes la asisten en la lectura y descripción de imágenes. Los profesores han sido clave al adaptar exámenes orales o convertir formatos visuales en textos accesibles. “Me han facilitado estudiantes para que me ayuden en el caso de descripción de imágenes, en el caso de lectura de documentos”, relata. Una vez, incluso, cambiaron de aula para facilitarle el acceso a ella y a Nani.
Hellen reconoce que no todo se resuelve con ajustes externos. Gran parte de su avance se debe a su propia actitud: “buscar opciones, adaptarme también para poder cumplir en igualdad de condiciones”.
En medio de su vida académica, ha encontrado espacio para otros intereses. Se inscribió en la electiva de ajedrez, que ofrece Bienestar Institucional (Deportes), juego que descubrió en Barranquilla como una forma de reconectarse con la vida social y mental. “Me inscribí a ajedrez, que me gusta mucho, pude hacerlo de forma accesible con un ajedrez que tiene casillas en relieve y piezas diferenciadas al tacto”, comenta Hellen. Gracias a ese tablero adaptado, ha podido competir en igualdad de condiciones con estudiantes videntes. Para ella, el ajedrez es un símbolo de inclusión: “no importa el idioma, la cultura ni la discapacidad, todos pueden jugar”.
Hellen ha asumido su experiencia de vida como oportunidade para enseñar desde su conocimiento y explicar su cosmovisión, derribar mitos, pero, ante todo, de vivir con coherencia, respeto y disciplina.
Es una mujer independiente. Lo deja claro en cada gesto, en cada palabra. Estuvo un tiempo en Turquía gracias a una beca para formarse en religión para mujeres musulmanas, donde estudió teología, derecho islámico y el idioma. Allí fortaleció su convicción sobre los derechos de las mujeres en su religión y reafirmó su deseo de compartir ese conocimiento.
Para Hellen, las barreras existen, pero nunca son absolutas. A quienes enfrentan barreras similares, les deja un mensaje sencillo pero poderoso: “Aunque no es fácil, imposible tampoco lo es”. Cree en el valor del esfuerzo, en la importancia de pedir ayuda cuando se necesita y en la búsqueda constante de alternativas para adaptarse sin perder dignidad ni autonomía.
Por: Shirley Diaz - Agencia de Noticias - Medellín.
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