Agencias de Noticias UPB - Medellín. Cada año, se conmemora el Día Internacional de la Lengua de Señas, una fecha que busca visibilizar a la comunidad sorda y promover su inclusión. En el mundo, más de 70 millones de personas se comunican a través de esta lengua, que representa no solo un medio de comunicación, sino también una expresión de identidad y cultura.
Ser inclusivos implica conocer y comprender los contextos de las diversas comunidades que existen en el país y en el mundo.
La lengua de señas se caracteriza por ser viso-manual y, contrario a lo que muchos piensan, no es universal. Cada país tiene su propia lengua de señas. En Colombia, por ejemplo, existe la Lengua de Señas Colombiana (LSC), con gramática, estructura y vocabulario propios. Es un sistema lingüístico independiente, no una interpretación del español ni de otra lengua oral.
Un mito frecuente es asociar la sordera con la mudez. Son condiciones distintas. Muchas personas sordas pueden hablar, aunque el proceso suele ser difícil al no poder escucharse a sí mismas. Esta habilidad, aunque admirable, no debe convertirse en una exigencia para adaptarse a las mayorías.
La vida cotidiana de la comunidad sorda está llena de desafíos invisibles para quienes escuchan. Acceder a la educación, encontrar empleo, recibir atención en salud o simplemente disfrutar de una película (la mayoría sin interpretación en señas) son retos constantes. Esto invita a reflexionar sobre cómo lo “normal” para algunos puede ser inaccesible para otros.
En el ámbito educativo, aunque en las últimas dos décadas ha habido avances, todavía existen grandes vacíos. Muchas instituciones no ofrecen una educación bilingüe-bicultural (español y lengua de señas), limitando así el acceso real al conocimiento.
En cuanto al sistema de salud, la situación también es compleja. Para recibir una atención óptima, muchas veces se requiere la presencia de un intérprete bilingüe, pero la mayoría de los hospitales no cuentan con este servicio. Además, se ha identificado que las personas sordas son más propensas a sufrir de depresión, y el acompañamiento psicológico pierde eficacia cuando su privacidad se ve comprometida por la presencia de un tercero que interpreta lo que piensan o sienten.
En los últimos años han habido avances importantes, gracias a la organización de la comunidad sorda. Existen entidades clave como la Federación Nacional de Sordos de Colombia (FENASCOL), con alta incidencia política y compromiso por garantizar derechos y servicios accesibles, así como el Instituto Nacional para Sordos (INSOR), una entidad pública que desarrolla políticas públicas desde el sector educativo para fomentar la inclusión.
Desde Bienestar Institucional de la Universidad Pontificia Bolivariana, la línea de inclusión InclUPB lidera diversas estrategias para formar a la comunidad educativa en temas de diversidad. Una de estas es el Diplomado en Educación Inclusiva, Interculturalidad y Convivencia, que incluye un módulo específico sobre cultura sorda, dictado por un egresado sordo de la universidad, acompañado por un intérprete.
Además, en la Biblioteca Central funciona el taller Con Sentidos, dirigido a personas con condiciones auditivas y visuales. Allí se realizan lecturas en braille y se enseña la lengua de señas a quienes deseen aprender.
El mundo debería tener diferentes moldes, capaces de incluir a todas las personas con sus diversas formas de ser y comunicar. Más allá de la conmemoración de la lengua de señas, es una oportunidad para sensibilizar a la sociedad sobre las brechas que aún persisten y recordar que muchas necesidades de la comunidad sorda siguen sin ser plenamente reconocidas ni atendidas.
La invitación es construir un mundo más amable, justo e inclusivo. Aprender lengua de señas no es un privilegio, es un derecho que garantiza el acceso al conocimiento, la igualdad y la participación plena.
Por Estefanía Yepes Arenas - Agencia de Noticias UPB
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