La UPB trabaja por la protección del conocimiento

Recientemente se aprobaron seis nuevas patentes de invención a la UPB de tecnologías asociadas a las escuelas de Arquitectura y Diseño e Ingenierías, de las cuales una es internacional. De esta forma la Universidad alcanza 32 patentes concedidas.

Las patentes de invención son uno de los mecanismos de protección del conocimiento que existen y que apunta a reconocer invenciones o tecnologías que solucionan comúnmente aspectos técnicos materializados en productos, artefactos o procesos.

Las patentes se aprueban mediante un exhaustivo trámite. En el caso de Colombia, es la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) quien revisa que se cumplan condiciones como la novedad, la altura inventiva y la aplicación industrial.

¿Para qué sirve patentar?

Una patente se busca en los casos en que es deseable o inevitable que el invento sea conocido; esto se denomina como protección de caja trasparente: se dejan ver todos los detalles de la creación, pero, a cambio, se obtiene el derecho de bloqueo, que quiere decir que, aunque sea pública la información, no se puede comercializar sin la autorización de quien posee la patente en ese territorio. Por esa razón son un mecanismo de trasferencia muy importante para la Universidad.

El profesor Diego José Cuartas Ramírez, coordinador de Transferencia de la Dirección de Investigación y Transferencia CIDI de la UPB, explica que “las patentes hacen tres grandes aportes: suman a los indicadores institucionales y al buen nombre de la institución, habilitan para hacer ciertos negocios con esos desarrollos y, finalmente, incrementan el conocimiento humano”.

¿De qué se trata la propiedad intelectual?

 

La propiedad intelectual es un área del derecho que busca proteger las creaciones intelectuales como ideas, información o el conocimiento como tal. Para una Universidad como la UPB, declarada como de docencia, con énfasis en investigación e innovación, esto es muy importante, pues permite no solo resarcir los esfuerzos empleados en investigar, sino que también abre las posibilidades de generar una trasferencia de los conocimientos y tecnologías para que impacten a la sociedad. 

Al respecto, Sara Adiana Peralta Acosta, abogada de Gestión de Propiedad Intelectual de la UPB, explica que la protección del conocimiento “es un sistema en que confluyen dos intereses que se buscan equilibrar: el del titular creador, que en este caso es la Universidad con sus inventores, y el de la sociedad que espera verse beneficiada con esa invención para su desarrollo y el de la tecnología y la innovación”.

Existen, a grandes rasgos, dos categorías de propiedad intelectual: el primero son los derechos de autor que cubren creaciones como artículos, software y obras, y que, además, se protegen desde el momento de la creación. Por otra parte, está la propiedad industrial que, para hacerse efectiva, sí demanda un trámite ante la entidad competente que revisa si la propuesta es sujeto de ser protegida bajo esta figura. En esta categoría se amparan las invenciones y las creaciones intelectuales con aplicación industrial, y su característica central es que genera un monopolio con derechos exclusivos y excluyentes sobre la creación. En este grupo se encuentran las patentes.

Si bien patentar y, en general, los mecanismos de protección del conocimiento generan múltiples beneficios para las universidades, el profesor Cuartas reconoce que aún se debe trabajar más en  la comercialización de las tecnologías que se desarrollan, pero afirma que si bien es positivo retribuirse comercialmente por ello, el hecho de generar un impacto social es ya una ganancia de la trasferencia.

Espere próximamente más información sobre cada una de las seis nuevas patentes de la UPB.

Por: Santiago Burbano Orozco. Divulgación Científica. Agencia de Noticias UPB.