Poco a poco y casi sin darnos cuenta, vamos presenciando un cambio. A través de redes sociales, de ferias y eventos nos enteramos que cada día llegan más productos y servicios sostenibles. Pensar en cómo fue hecho, por quién y cuál es su impacto se ha convertido en un criterio infaltable a la hora de hacer compras.
Ana María Osorio Flórez, coordinadora del área de Sostenibilidad en la UPB, quien cuenta con una maestría en Derecho, explica de principio a fin todo lo que se debe saber. En un inicio, es importante entender qué significa que un producto o servicio sea sostenible:
Cuidar de estos aspectos permite que generaciones futuras puedan tener la misma capacidad de satisfacer las necesidades como lo hacemos en este momento. Es por eso que se debe apuntar a que cada vez sean más los sectores que se unan a la iniciativa.
Por ahora, en Colombia, el sector alimenticio es uno de los más fuertes en el desarrollo sostenible, también los productos de belleza, aseo y electrodomésticos.
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Gracias a estos dos factores es cada vez más fácil encontrar marcas que tengan en cuenta de alguna forma el triple impacto mencionado anteriormente. Pero también, en medio del auge, surgen empresas que, sin realizar ninguna acción relacionada con lo sostenible, aprovechan la situación para confundir al usuario. Por eso, te compartimos lo que debes conocer de este ámbito.
¿Como saber cuándo un producto es sostenible?
Convertirse en un público crítico que tiene en cuenta el factor sostenibilidad a la hora de comprar, es fundamental para ser parte del cambio. En la actualidad, es necesario informarse sobre cómo identificar y escoger el producto correcto.
Revisar sus ecoetiquetas o sellos ambientales
Entender como funcionan las etiquetas y sellos ambientales permite saber a fondo qué significa lo que cierta marca u organización anuncia. Ana María lo explica así:
Etiquetas tipo I:
La primera etiqueta está dentro de la norma 14024 norma técnica colombiana. Son aquellas que están autorizadas o validadas por una parte independiente. Para obtenerla, la organización debe definir qué etiqueta quiere poner en su producto y se encarga de cumplir con los respectivos estándares. Luego, una parte externa valida o audita este proceso. Es la etiqueta más confiable.
Etiquetas tipo II:
Las etiquetas ambientales tipo II están orientadas en la norma ISO 14021. Con estas, la organización autodeclara un atributo ambiental, pero no hay ninguna parte externa que lo valide. Sin embargo, se entiende que si se hace bajo este criterio normativo, es porque cumple con las características.
Etiquetas tipo III:
Este tipo de etiqueta está bajo la norma 14025. Son cuantificaciones ambientales sobre el análisis del ciclo de vida de los productos. Se contrata a un externo que verifique que las declaraciones ambientales que da la marca son ciertas.
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Revisar las autodeclaraciones
No todas las empresas cuentan con las etiquetas mencionadas anteriormente. El proceso de adquirir un sello o etiqueta puede ser costoso y dispendioso para pequeños emprendimientos. En estos casos, se puede recurrir a sus redes sociales y revisar sus anuncios en busca de autodeclaraciones. Estas pueden referirse al empaquetado del producto, cómo fue transportado, qué mano de obra se usó o el origen de sus materias primas.
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Para el caso de los servicios también se pueden revisar aspectos ambientales y sociales. Que la organización ofrezca un salario justo, se hagan donaciones o se tenga una cultura de reciclaje permite identificarla como una empresa sostenible.
Una vez se revisan etiquetas o autodeclaraciones, se crea un criterio para aplicar en el momento de hacer las compras. Escoger prendas de vestir, productos de aseo y de belleza, electrodomésticos y más, se convierte en una solución a la necesidad individual, pero también en un granito de arena para construir un mejor futuro.
